Los resultados que duran, se merecen

En las terapias naturales —como en tantas otras cosas de la vida— los resultados no caen del cielo: se cultivan, se trabajan, se construyen con compromiso y presencia.

Hoy en día estamos acostumbrados a lo inmediato. Queremos respuestas rápidas, alivio exprés, soluciones como si fueran pedidos por internet. Pero el bienestar profundo, el que de verdad transforma, no se entrega en 24 horas. Requiere tiempo, constancia y, sobre todo, implicación personal.

Cuando un dolor o un malestar lleva tiempo con nosotras —a veces años—, el cuerpo y la mente ya se han acostumbrado a él. Revertirlo lleva su proceso. No es realista esperar que algo que se instaló poco a poco desaparezca en una o dos sesiones.

Además, entre una sesión y otra, aunque no siempre lo sientas, tu cuerpo y tu mente siguen trabajando. Están integrando, reajustando, aflojando nudos invisibles. El cambio no siempre hace ruido, pero eso no significa que no esté ocurriendo.

También es importante saber que a veces, después de una sesión, puedes sentirte removida, sensible o incluso un poco peor. Y eso también forma parte del proceso.
Es el cuerpo y la mente reajustándose, liberando tensiones, reorganizando lo que ya no sirve. Puede no ser cómodo, pero sí profundamente necesario.

Y por supuesto, cambiar hábitos profundos no ocurre de un día para otro. Implica tiempo, prueba, ajustes y paciencia. Requiere volver a mirar ciertas cosas desde otro lugar y dar espacio a nuevas formas de sentir y habitar el cuerpo y la vida.

Solo a través de un proceso entero, con constancia, paciencia y compromiso, se llega a resultados duraderos. No hay atajos cuando lo que se busca es un cambio real

A veces, las personas se desaniman si no sienten un gran cambio desde el principio. Lo entiendo. Pero renunciar demasiado pronto es perder la oportunidad de una transformación profunda y real.

Los resultados que duran, se merecen.
Y el camino —con sus pausas, sus aprendizajes, sus retrocesos y sus sorpresas— suele ser más interesante que el destino final.

Si estás en un proceso, no lo juzgues por lo que ves hoy. Confía en lo que se está moviendo por dentro.

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